El kilómetro 50.5 de la panamericana norte fue el sitio exacto donde los bidones de alcohol lograron su terrible libertad para dar inicio a un fatal accidente.
En el carril contrario el camión conducido por Edgar Prado Canchari fue quien dio inicio a las llamas al

Los estallidos no demorarón y las victimas ya estaban en camino; un ómnibus interprovincial que se acercaba, recibió una bola de fuego que en cuestión de segundos envolvió en llamas el transporte.
Jesús Perez Diaz, chofer del bus interprovincial de la empresa "Z Bus", sin tiempo para salvarse murió carbonizado y se convirtió en la primera víctima de esa momentánea sucursal del infierno mientras sus pasajeros luchaban por sus vidas, o la de sus familiares olvidandose de las suyas, en el poco tiempo que este diablo, con fría sonrisa, les daba.
Siete o seis fueron los pasajeros que lograron salir del bus con direcciones que únicamente sus instintos saben, de los demás se sabe que
Emiliano Ocoña, promotor de la tragedia resulto ileso junto con el chofer del segundo camión, Edgar Prado. En la comisaria de Aucallana se supo que Ocaña no contaba con el permiso para transportar la carga que ocasiono las muertes de los viajeros.
El gesto a resaltar -aun siendo obligación de las empresas de transporte- es lo declarado por el señor
La pregunta que se hacen todos aquellos que intentan analizar esta noticia es, porque Dios permite ese estilo de muerte, atraparlos por las llamas del infierno y no parar hasta que la víctima, según religiones, de a parar al lado de Dios. Yo concluyo con esta frase:
Dios elige a quien se lleva, pero el diablo elige como.
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